Capítulo 3: El Mar Entre Mundos
Llevamos veinte días en el barco. Es terrible.
Estamos en un cuarto muy pequeño con otras familias. No hay espacio para caminar. El aire huele mal. Muchas personas están enfermas del estómago por el movimiento del barco.
La comida es horrible: pan duro, sopa de agua y un poco de carne salada. Los niños siempre tienen hambre.
"Mamá, no me gusta esta comida," dice Karl.
"Yo sé, mi amor, pero es todo lo que tenemos," le dice Greta.
Lo peor es que la bebé Anna está muy enferma. Tiene fiebre alta y no quiere comer. Greta la tiene en brazos día y noche. Está muy preocupada.
"Jakob, ¿va a morir?" me pregunta Greta con lágrimas en los ojos.
"No," le digo, pero tengo miedo también.
Greta ayuda a otras personas enfermas en el barco. Es muy buena cuidando gente. Una señora mayor le dice: "Usted tiene manos de ángel."
Hans y yo hablamos con otros alemanes. Hay familias de muchos pueblos. Todos vamos a Brasil para trabajar la tierra.
"En Brasil vamos a tener fincas grandes," dice un hombre de Baviera.
"Sí, y tierra buena para cultivar," responde Hans.
Liese pasa horas mirando el océano. A veces ve delfines saltando en el agua.
"Papá, los delfines me siguen," me dice feliz.
"Tal vez te están llevando a Brasil," le digo.
Por las noches, Liese me pregunta: "¿Cómo es Brasil?"
"Es una tierra de sol y misterio," le respondo.
Todavía faltan muchos días, pero tenemos esperanza.