Capítulo 7: El Idioma del Cambio
Algo extraño está pasando con nuestras palabras.
Cuando Greta cocina, dice: "Necesito mais açúcar para el pastel." Açúcar es azúcar en portugués. ¿Por qué no dice Zucker como siempre?
Los niños pequeños hablan peor. Juegan con los hijos de los Silva y gritan: "Vamos jogar bola!" Mezclan alemán y portugués como agua y leche.
"Papa, ¿puedo ir ao rio con Matteo?" me pregunta Liese.
"¿Quién es Matteo?" pregunto.
"Es el hijo de la familia italiana. Son buenos, como nosotros."
No me gusta esto. Somos alemanes. Debemos hablar alemán.
Pero Greta es diferente. Va al mercado de la ciudad cada viernes. Regresa con palabras nuevas.
"Los brasileños llaman abacaxi a esta fruta amarilla," me dice, muy feliz. "Y mandioca a estas raíces blancas."
Aprende los nombres de todas las especias: pimenta, canela, cravo. Habla con las señoras brasileñas con las manos y sonrisas grandes.
"Necesitamos una escuela alemana," les digo a los otros colonos. "Nuestros hijos deben aprender alemán primero."
Todos están de acuerdo. Escribimos una carta al gobierno de Brasil.
Pero el pastor Mueller dice algo inteligente: "También necesitamos un maestro que hable portugués. Es la lengua de este país."
Esa noche escucho a Liese cantando una canción brasileña que aprendió de Matteo.
Su voz es bonita, pero mi corazón está confundido. ¿Estamos perdiendo lo que somos? ¿O estamos convirtiéndonos en algo nuevo?